Miércoles, 12 Septiembre 2012 00:00

La Fama

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Estos conceptos expresados en los diccionarios nos sitúan en las opciones de la fama de las personas o las cosas y, yo añadiría también, de los animales y plantas. Como ejemplo de estos últimos: quién no recuerda a la Mona Chita del cine en las películas de Tarzan, o a Flipper el delfín en la serie de Disney, o a los bosques de secoyas en Yosemite. Por ello nos vamos a concretar a la fama de las personas.

Se puede llegar a ser famoso en lo positivo y en lo negativo. Un actor, un deportista, un escritor, pintor, científico puede adquirir fama por sus logros y desempeños, pero también lo puede lograr un criminal, un narcotraficante, un dictador y así en ambos casos muchas más variables. Los primeros en el campo positivo, los segundos en el negativo.

También tenemos la tendencia a creer en el campo positivo y muchas veces en el negativo, que la fama es un sinónimo de riqueza y poder. No siempre es así, yo considero que la fama en cualquiera de los signos, pasa factura al famoso(a) tarde o temprano.

Hesiodo nos dice: “La fama es peligrosa: su peso es ligero al principio, pero se hace cada vez más pesado el soportarlo y difícil de descargar”.

Hay quienes buscan la fama con obsesión y hay a quienes la fama les llega sin buscarla. Los primeros trabajan en función de alcanzarla, los segundos trabajan en función de sus objetivos profesionales, vocacionales y otros; y, al alcanzarlos obtienen fama.

Los famosos en el primer caso son más vulnerables y siempre deben estar realizando actividades que los mantenga en los espacios de fama, los segundos tienen resultados más gratificantes pues desarrollan sus actividades, no en busca de la fama, que se les dará como valor añadido a sus logros profesionales.

Los famosos se convierten así en iconos, en productos y marcas y, con ello y por ello, son parte del marketing de sus reglas y sus juegos.

Considero que por ellos el precio que pagan en muchos casos es el de perder parte de su libertad, su privacidad, condicionando muchas veces a sus seres cercanos y en algunos casos complicándoles sus vidas y desarrollos. Cuantas veces no vemos a hijos de famosos con graves problemas de personalidad, comportamiento, etc.

Estos nos lleva a la reflexión final, ¿vale la pena pagar el precio de la fama?.  ¿Qué es más importante ser famoso o ser feliz?.  ¿Ustedes consideran que se pueden lograr las dos cosas?.  ¿Quién puede asegurarlo?

Así los dejo con más preguntas que respuestas para que cada cual reflexione por su cuenta y busque el camino: ¿fama o felicidad?

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