El alma... ¿es usted, o está en usted?
Por: Sebastián Yela Villamar - Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Definición: El uso dado en el contexto bíblico a los términos originales (heb. né·fesch; gr.psy·kjḗ [ψυχή]) muestra que la palabra “alma” se refería tanto a una persona como a un animal o a la vida que hay en ambos.
En la actualidad, la idea que la palabra “alma” la mayoría de la gente no concuerda con el significado de los términos hebreo y griego que emplearon en el pasado (hace más de 4.000 años) y en los escritores bíblicos inspirados. Este es un hecho cada vez más reconocido. Ya en 1897, después de un análisis detallado del uso de né·fesch, el profesor C. A. Briggs hizo la siguiente observación en el Journal of Biblical Literature (vol. 16, pág. 30): “El uso que en la actualidad se le da en inglés a la palabra alma por lo general transmite un significado muy diferente de [né·fesch] en hebreo, y es fácil que el lector incauto la interprete mal”. Lo mismo pudiera decirse respecto al uso de la palabra “alma” en nuestro idioma.
Más recientemente, cuando la Sociedad de Publicaciones Judías de América editó una nueva traducción de la Torá —los cinco primeros libros de la Biblia—, el jefe de redacción, H. M. Orlinsky, de la universidad Hebrew Union, dijo que la palabra “alma” casi se había eliminado de dicha traducción porque “la palabra hebrea que se trata aquí es ‘nefesch’”. Añadió que ‘otros traductores habían interpretado que esta significa “alma”, algo completamente inexacto al origen de la palabra misma, que significa: persona, ser, cuerpo. La Biblia no dice que tengamos un alma. “Nefesch” es la persona misma, su necesidad de alimentarse, la mismísima sangre de sus venas, su propio ser’. (The New York Times, 12 de octubre de 1962.)
Basado en la definición exacta de la palabra, veamos que dice la Biblia en el momento de la creación del hombre. Génesis 2:7 nos dice: “Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. El relato no dice que Dios puso en el hombre un alma inmortal. Dice que cuando el poder de Dios impartió energía al cuerpo de Adán este “vino a ser alma viviente”. Así que el hombre es un alma. No tiene un alma.
Dios creó a Adán para que viviera en la Tierra, no en el cielo. La Tierra no iba a ser una simple zona de pruebas para ver si Adán satisfacía los requisitos para ir al cielo. Dios formó la Tierra “para ser habitada”, y Adán fue su primer habitante humano. Después, cuando Dios creó a Eva para que fuera la esposa de Adán, el propósito de Dios para ellos era que poblaran la Tierra e hicieran de ella un paraíso como hogar eterno de la humanidad.
¿Cuál es el origen de la doctrina de la invisibilidad e inmortalidad del alma humana?
La dificultad estriba en que los significados que se suelen atribuir a la palabra “alma” no se derivan principalmente de las Escrituras Hebreas o de las Griegas Cristianas, sino de la antigua filosofía griega, que en realidad es pensamiento religioso pagano. El filósofo griego Platón, por ejemplo, puso en boca de Sócrates las siguientes palabras: “El alma, [...] que se separa pura, sin arrastrar nada del cuerpo, [...] se va hacia lo que es semejante a ella, lo invisible, lo divino, inmortal y sabio, y al llegar allí está a su alcance ser feliz, apartada de errores, insensateces, terrores, [...] y de todos los demás males humanos, [...] para pasar de verdad el resto del tiempo en compañía de los dioses”. (Fedón, 80 d, e; 81 a.) Debemos resaltar que esta creencia ya estaba difundida en la tierra desde los albores de la humanidad, los babilonios y los egipcios también creían en la inmortalidad del alma.
En contraste directo con la enseñanza griega de que psy·kjé (alma) es inmaterial, intangible, invisible e inmortal, las Escrituras muestran que cuando psy·kj? y né·fesch se utilizan con respecto a las criaturas terrestres, ambas se refieren a lo que es material, tangible, visible y mortal.
Las primeras almas terrestres. Né·fesch aparece por primera vez en Génesis 1:20-23. En el quinto “día” creativo Dios dijo: “‘Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes [né·fesch], y vuelen criaturas voladoras por encima de la tierra [...]’. Y Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda alma viviente [né·fesch] que se mueve, los cuales las aguas enjambraron según sus géneros, y toda criatura voladora alada según su género”. Con referencia al sexto “día” creativo, né·fesch se aplica de manera similar al “animal doméstico y animal moviente y bestia salvaje de la tierra”, pues se dice que son “almas vivientes”. (Gé 1:24.).
En las instrucciones que Dios dio al hombre después de crearlo, utilizó de nuevo el término né·fesch para referirse a la creación animal: “Todo lo que se mueve sobre la tierra en que hay vida como alma [literalmente, en lo que hay alma viviente (né·fesch)]”.
La Biblia no dice en ningún lugar que parte del hombre fuera inmortal. Al contrario, su existencia dependía de que obedeciera la ley de Dios. Si quebrantaba aquella ley, ¿qué le pasaría? ¿Recibiría vida eterna en la región de los espíritus? ¡De ningún modo! En vez de eso, ‘positivamente moriría’. (Génesis 2:17.) Regresaría al lugar de donde había venido: “Polvo eres y a polvo volverás”. (Génesis 2:7; 3:19.) Adán no existía antes de ser creado, y dejaría de existir después de morir. De modo que solo podía escoger una de dos cosas: 1) obedecer y vivir, o 2) desobedecer y morir. Si Adán no hubiera pecado, habría vivido en la Tierra para siempre. Nunca habría ido al cielo.
Muchos eruditos concuerdan en que la Biblia no habla acerca de un alma inmortal. The Concise Jewish Encyclopedia (La enciclopedia judía concisa) declara: “La Biblia no presenta doctrina alguna de la inmortalidad del alma, ni surge esta de manera clara en la literatura rabínica antigua”. The Jewish Encyclopedia (La enciclopedia judía) dice: “La creencia de que el alma continúa su existencia después de la disolución del cuerpo es un asunto de teorizar filosófico o teológico, más bien que de simple fe, y por ende no se enseña expresamente en ninguna parte de la Santa Escritura”. The Interpreter’s Dictionary of the Bible (El diccionario bíblico del intérprete) comenta: “La néfesch [...] no continúa existiendo como cosa que no dependa del cuerpo, sino que muere con él. [...] Ningún texto bíblico autoriza la declaración de que el ‘alma’ se separa del cuerpo al momento de la muerte”. La Biblia no enseña que los humanos tengan un alma inmortal.
Pero ¿qué hay si los seres humanos no tienen un alma inmortal? ¿Qué hay si la muerte no es “un ascenso divino” ni la puerta directa a la vida eterna como espíritu ni a la reencarnación para todo el que muere? Entonces el creer en el alma inmortal conduciría a uno en la dirección incorrecta. El libro Official Catholic Teachings (Enseñanzas católicas oficiales) dice que la iglesia insiste en creer en un alma inmortal porque no creer en ella “privaría de sentido o comprensión sus oraciones, sus ritos fúnebres y los actos religiosos que se ofrecen en favor de los muertos y sus santos”. Como vemos, el derrotero de vida, la adoración y el futuro eterno de uno están implicados en esta cuestión.
¿Qué cree Usted ahora?, pensemos un momento en la siguiente cuestión ¿si yo tengo un alma que vino de Dios y mi alma regresa a Dios cuando muero, porque temo a la muerte? ¿Porque temo a la casa original de donde mi alma fue tomada? ¿Porque ver a familiares y amigos sufriendo cuando alguien muere si el alma de la persona muerta vivirá eternamente junto a Dios? ¿Porqué no podemos asimilar ello? Además yo sigo preguntando… ¿Cuando murió Cristo, donde fue su alma durante los 3 días que estuvo muerto? ¿Dónde estuvo el alma de Lázaro, el amigo de Jesús los días que estuvo muerto? ¿Por qué Cristo cedió a las lágrimas, si el lama de Lázaro estaba junto a su padre? ¿Porqué Cristo lo levantó entre los muertos a Lázaro si ya había alcanzado la plenitud de la vida en el cielo en la región espiritual? ¿De quien depende que un alma esté en el infierno, en el tártaro o el cielo? ¿Alguien envestido de cierta autoridad en la tierra podrá contestar estas preguntas?
Pues entonces… ¿Qué propósito tiene la vida? Si somos un alma (psy·kj? y né·fesch) terrestre y nuestra vida acaba en el momento de la muerte. Un antiguo rey, considerado el hombre más sabio de todos los tiempos; dijo lo siguiente: “Mejor es un nombre que el buen aceite, y el día de la muerte que el día en que uno nace. Mejor es ir a la casa del duelo que ir a la casa del banquete, porque ese es el fin de toda la humanidad; y el que está vivo debe poner esto en su corazón”.
Espero puedan pensar en ello…
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