La vida te da la oportunidad para entender la oración y el poder de la misma con hechos reales que no necesariamente son milagros personales, sino más bien realidades que vivimos en las historias de la humanidad en el pasado y en el presente.

Una de mis experiencias personales aleccionadoras sobre cómo entender nuestras oraciones con Dios, fue cuando asistí en la ciudad de Miami al evento religioso de un amigo judío en su sinagoga. Mientras esperaba la realización del evento, tomé uno de los libros que estaban en las bancas y abrí en una página indeterminada al azar, y me encontré con el siguiente texto que decía más o menos lo siguiente: “En la vida tú debes actuar y hacer todo lo que debas y sea necesario para lo que buscas y debes realizar, actuando como si Dios no existiera. Cumplido el proceso, debes orar pidiendo a Dios te conceda y ayude en lo que buscas y realizas como que todo está en sus manos y voluntad.” La reflexión es obvia, no puedes pedir sin actuar y sin hacer nada.

Leyendo hechos de la II Guerra Mundial, encontré en internet una situación real que me tocó el corazón y la mente.

Esta es la siguiente: “Churchill había agotado todos los recursos y esfuerzos para contener la inminente invasión de Hitler a Inglaterra. Por ello dijo que lo único que les quedaba era orar, y se armaron en todo el país cadenas de oración. Hitler iba en camino y nunca llegó, no se sabe que fue lo que lo detuvo en el camino. Al parecer una niebla muy intensa lo cubrió y se regresó para nunca más volver. Después de esto la Reina de Inglaterra dijo un pensamiento que hasta hoy mantiene: “Le temo más a un ejército de personas orando, que a un ejército militar”.

En estos días vivimos grandes desastres naturales que causan pérdidas muy lamentables de vidas humanas y enormes pérdidas materiales. Coincidiendo con las ocasionadas por el destructor huracán Harvey en Texas, Estados Unidos y ahora con los varios huracanes más grandes y destructivos desde que hay registros, Irma y los que le siguen. El Presidente de Estados Unidos Donald Trump y su equipo declaró el día de la oración de todos, mediante su Decreto Presidencial.

La lectura de estos hechos es clara. No hay poder económico, tecnológico, militar o político, entre otros, que puedan hacer algo para evitar los desastres naturales y sus consecuencias.

Por ello solo nos queda orar, pues es el único poder que nos comunica y puede llegar a Dios, creador de todo, quien tiene el control y poder sobre todo el universo de su creación. Hay que orar con humildad, entrega, fe y seremos escuchados.

Todos somos libres de creer o no creer en Dios y la oración. Pero si pides por el bien, por la vida, la humanidad y tantas cuantas son las necesidades conectadas con virtudes y bondades de los seres humanos, seremos escuchados.

Yo sí creo en el poder de la oración, ¿y usted?

Concluyo con unas frases y pensamiento anónimo.

“Cuando un hombre obra, él obra, pero cuando el hombre ora, Dios obra”.

San Agustín nos dice: “La oración es el encuentro de la sed de Dios y la sed del hombre, sacia tu sed.”

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