Violencia - Siglo XXI - 2015
Por: Joseph Garzozi Buchdid - Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
“La violencia llama a la violencia y la justifica”. Théophile Gautier.
“La violencia no deja de tener cierto parentesco con el miedo”. Arturo Graf.
“Para una persona no violenta, todo el mundo es su familia”. Mahatma Gandhi.
“Son insensatos los hombre a los que una violencia respetada acaba por parecerles un derecho”. C. A. Helvétius.
Desde los tiempos inmemoriales del nacimiento de la humanidad hasta nuestros días, la violencia ha sido es y será una constante de la vida humana.
¿Qué la hace diferente en el siglo XXI y en el año que iniciamos 2015?
Para mí, es la sensación de perder la esperanza en el cambio del ser humano y del conjunto de la humanidad en el planeta Tierra por alcanzar una convivencia pacífica, civilizada y justa.
La violencia la vivimos, la sentimos y la experimentamos todos los días ampliada y multiplicada en tiempo real por las nuevas tecnologías, que además han creado nuevas formas de violencia para llevarla por todos los medios tecnológicos a nuestros hogares, a nuestros niños y a nuestras vidas.
Hay violencia en los dibujos animados, en el cine, la televisión, en los juegos electrónicos y en los juguetes, por mencionar algunos. Hay violencia en el hogar, en los centros educativos, contra las mujeres, los niños, los jóvenes, los migrantes, los empleados y un largo etcétera.
La violencia nos inunda por todos los sentidos: en imágenes, sonidos y palabras, contactos y agresiones físicas, comunicaciones y todo tipo de acciones.
Hemos desarrollado una cultura en la que convivimos día a día con la violencia y lo que es peor, día a día lo multiplicamos y aceptamos con estadísticas, cifras y comentarios, la disfrutamos con deportes violentos.
Muchas veces la proponemos como solución a cualquier problema y además se forma y fortalece, en muchos casos, en nuestros sentimientos, acciones y decisiones expresadas en violencia psíquica, física y otras.
Los antiguos y actuales proponentes y actores de la no violencia y la paz están acosados y da la impresión que estamos en retirada y somos cada vez menos escuchados, al parecer, por los resultados.
No hay continente que no sea noticia todos los días por algún acto violento y confrontaciones de todo tipo.
¿Qué nos sucede? ¿Hacia dónde vamos? El brutal materialismo, los fundamentalismos religiosos, políticos, doctrinarios y otros, nos están llevando a un precipicio que puede ocasionar grandes males a la humanidad.
Debemos dar más espacios en todos los medios, a los actores que trabajan por la no violencia.
Debemos introducir e intensificar en todos los sistemas educativos, cursos sobre la no violencia y la cultura de la paz.
Debemos reunir a todas las religiones en un gran encuentro en el marco de las Naciones Unidas, para alcanzar acuerdos que terminen con las muertes inútiles, llenas de violencia, contra inocentes por el solo hecho de tener una fe distinta a la de sus asesinos.
Son terribles las imágenes de los jihadistas de Isis, asesinando a diestra y siniestra, grabando y proyectando las brutales imágenes a niños que adoctrinan y fanatizan para convertirlos en instrumentos de muerte.
No podemos seguir así, la espiral de violencia nos arrastra a todos con diferentes matices y acciones, como la de ciertos gobiernos latinoamericanos poseídos del complejo de redentores y revolucionarios que, en forma violenta, reprimen las libertades, manipulan la justicia y los sistemas de gobierno, asesinan, encarcelan y luego se alaban y protegen mutuamente y hasta erigen monumentos a presidentes fallecidos sin ningún mérito para ello.
Los primeros 15 años del silgo XXI no proyectan la esperanza, ni se ven acciones concretas y determinante que nos permitan visualizar o sentir que vendrán mejores días, sucede lo contrario por los hechos de cada día, nos encaminamos por la ruta de más violencia y destrucción, y por ello tenemos esa sensación de perder la esperanza de lograr una convivencia mundial menos violenta y por una cultura al mismo nivel de paz, justicia y equidad.
Sembramos más violencia y muerte con las drogas y el tráfico de las mismas, con el tráfico de seres humanos, con el tráfico de órganos y más.
Concluiré con mi reflexión personal:
“Vivimos la cultura de la violencia y con ella trabajamos en favor de la muerte y contra la vida”. Joseph Garzozi Buchdid.
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