“Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento, y muera el que no piense como yo”.  Voltaire.

Entre lo expresado en estos dos pensamientos de dos conocidos personajes de la historia de la humanidad, transcurren nuestras vidas.

Es en ese recorrido de vida en el que podemos pensar libremente sin que nadie pueda controlar nuestros pensamientos, como lo expresa Saint-Exupery, existen las influencias de personas, lecturas, informaciones que nos llegan con las nuevas tecnologías, hechos religiones, modas y diversas experiencias y circunstancias que cambian y modelan en cada edad nuestros pensamientos.

Aquí cabe la primera reflexión, ¿cuán libres somos para pensar? Depende de nuestra capacidad analítica, de nuestro discernimiento, amplitud de conocimientos y sobre todo de nuestra capacidad de tener y ejercer el pensamiento crítico.

Esto último debe ser un requisito indispensable en la educación y formación aplicada en todos los colegios y universidades. Las naciones que cuentan en sus sistemas educativos con esta formación son más libres y progresistas. Por el contrario las fundamentalistas que proclaman como Voltaire, en el pensamiento citado al inicio de este artículo, son lamentablemente en muchos países, la realidad actual. Mediante leyes, sanciones, campañas de adoctrinamiento tratan de controlar la libertad de pensamiento y expresión en todas sus formas y todo lo que ello significa, pues no pueden controlar a los pueblos que piensan y ello pone en riesgo sus tiránicos y dictatoriales gobiernos.

Pero no solo en lo político y en los gobiernos se controla el libre pensamiento y expresión, también en el campo educativo, informativo, empresarial y en todas las actividades humanas donde los grandes intereses de todo tipo se vean afectados.

Vivimos tiempos de profundos ataques a la libertad de pensamiento y expresión en todos los continentes y naciones con diversos niveles de sanciones y controles y eso con globalización de la información, con las nuevas tecnologías, están produciendo un profundo cambio en la humanidad cuyas consecuencias aún no se pueden evaluar y conocer y que aspiro y espero que algunos países y sus instituciones académicas y científicas lo estén considerando y estudiando, pues estamos en un nuevo siglo, una nueva era y una nueva realidad global y tecnológicas pero en ciertos casos la libertad en todos los campos, percibo, que pierde terreno y con ello la humanidad retrocede en lugar de avanzar.

Si Dios nos dio el libre albedrío no pueden ciertos humanos ir contra natura, privándonos de la libertad. Nacimos libres, queremos vivir y morir en la misma forma. Ningún tirano, ningún gobierno, religión, cultura, método o tradición nos privara del motor de la vida y el progreso: “la libertad”.

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