El Drama Europeo
Por: Joseph Garzozi Buchdid - Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
El panorama europeo es inquietante. En Alemania, Italia, Francia, España e Inglaterra hay un desencanto de los políticos y la política.
Los escándalos por la corrupción reinante, el desempleo, el materialismo y consumismo, llevados a extremos, la inseguridad ciudadana, los problemas raciales y los movimientos independentistas entre otros, mantienen un clima subterráneo de intranquilidad.
Pero para comprender en cifras qué significa todo lo ante expuesto recordemos que en 1914 la población de Norteamérica, Europa, con Rusia incluida, representaban el cincuenta por ciento de la población mundial, pero a partir de 1988 solo representa el veinticinco por ciento y ahora menos.
Esto tiene graves repercusiones. La riqueza mundial está en manos de los países europeos, de la comunidad europea principalmente y el hambre y la población están en la cercana África, el Medio Oriente y la ex Europa Oriental. El imán de la riqueza europea atrae a los pobres que invaden Europa y se multiplican mucho más que los nativos, mientras el culto a la riqueza y el confort hacen que los europeos mantengan en ciertos países como España, crecimiento vegetativo, negativo. Por falta de niños se cierran escuelas, los maestros pierden sus empleos y deben aceptar la presencia de migrantes para realizar trabajos que los nativos no desean realizar.
Surgen así los extremismos y ganan las elecciones los fascistas y nazis. La violencia y el odio racial tienen sus manifestaciones entre otras, en los campos de futbol, ésta se da según el antropólogo Raglan Hogart, como un proceso de identificación de uno mismo con su grupo, su barrio, su ciudad. La vida moderna nos ha cambiado privándonos de identidad ante las uniones comunitarias y la globalización de la vida. El futbol nos arrastra a expresar una voluntad de adhesión.
Los europeos no terminan de adaptarse a la presencia de negros, amarillos, árabes y otros migrantes variopintos de religión, rostro, idiomas, culturas y alimentación diferentes a las suyas. Hay tensiones, hay resentimientos, hay frustraciones, desempleo y miseria y ello genera presiones que buscarán salidas y estas son las de los votos, protestas que traerán cambios en una Europa que busca dibujar un mapa de vida y convivencia para el siglo XXI. Hay aspirantes de muchos mini países que siguiendo el modelo soviético y aprovechando la crisis económica consideran oportuno presionar por su independencia.
En esta década, Europa todavía no ha concluido de sorprendernos con los grandes cambios que podrían ser tan impactantes como la caída del Muro de Berlín, el fin de la Unión Soviética y la Europa del Este, todavía tenemos mucho más que ver de la vieja Europa, como la actual crisis de Ucrania y su incierto futuro y las continuas invasiones africanas a las islas italianas y las ciudades españolas autónomas en África de Ceuta y Melilla, sin respuestas coherentes de la comunidad europea.
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