Este pensamiento nos llama a meditar profundamente sobre el resultado de varias elecciones, pero principalmente sobre la autenticidad de dichas tendencias en ciertos países.

Si consideramos que en la misma iglesia católica hay sacerdotes y obispos, y algunos piensan que hasta el Papa, que se alinean y actúan en una y otra tendencia y aumentan con ello la confusión y desorientación de lo que es izquierda o derecha, ¿cómo podemos pedirle a los pueblos definiciones al respecto o calificarlo de izquierdista o derechista?

Yo no me atrevería a dar una definición de las tendencias en muchos países a este respecto. Lo que sí puedo apreciar en este momento histórico, es una evolución de las tendencias por necesidades reales y raíces históricas. Muchos países dependen en alto porcentaje del empleo público y con ello controla los sutiles hilos del poder. Otros más independientes aspiran a que se les permita trabajar y movilizarse libremente. Le molestan los controles y la burocracia. Por lo tanto a la hora de votar se inclinan cada uno por quien les ofrece proteger y mejorar su situación.

Los políticos lo único que hacen es vestirse con los trajes de colores que el pueblo quiere verlos, y decirles las cosas que quieren escuchar con el fin de alcanzar el poder, aunque luego hagan lo contrario de lo que ofrecieron porque la realidad y responsabilidad los obligue a ello so pena de empeorar las cosas.

La gran mayoría de los pueblos aman profundamente la propiedad, la libertad. Hasta el más humilde campesino, con todo lo que se quiere argumentar en contra, tan pronto es dueño de una pequeña parcela y su vivienda, la defiende a toda costa y lucha por la libertad para cultivar y hacer de ella lo que desea. Igual cosa sucede con el habitante de las grandes ciudades. Pretender por lo tanto llevar al país a una política de izquierda total en esa línea radical, es llevarlos al camino del enfrentamiento sangriento y la destrucción.

¿Dónde radican por lo tanto las tendencias de izquierda o derecha? Estas, están más en el centralismo y los controles, liderados por la izquierda y la descentralización y desburocratización en la derecha. Están más en las luchas económicas de oligarquías que obedecen a intereses diversos y que no siempre, contrario a lo que se pueda pensar, están claramente ubicadas en la izquierda o la derecha.

Así las industrias que han gozado de beneficios y protección del estado para desarrollarse se inclinarían por la izquierda si esta les devuelve sus prebendas. Mientras que los exportadores y comerciantes lucharan porque se les permita la libertad de acción y agilidad, sin tantas trabas burocráticas en su actividad. Esto, indistintamente de su ubicación en la derecha o la izquierda.

Lo que sucede es que el comercio y las empresas exportadoras son mayoritariamente de tendencias a la apertura y contraria a los controles. Las izquierdistas saben administrar y utilizar mejor los recursos del estado y le interesa por lo tanto una tendencia de gobierno a estatizar, que le permita continuar beneficiándose de ello. Pero esto no significa que filosófica y conceptualmente sean de izquierda, lo que sucede es que ese es el traje y el color que le viene mejor para sus objetivos.

La habilidad de los políticos estará no tanto en vender el concepto filosófico de izquierda o derecha, sino en exponer un programa de gobierno y unas reglas de juego claras que satisfagan mayoritariamente a las tendencias y sobre todo ofrezca garantías de convivencia respeto, dignidad y paz.

Volvemos a la situación en la que lamentablemente las bases para elegir tienen un común denominador: “confusión”, “indecisión”, y ya lo dice el refrán popular: “LA INDECISIÓN ES EL CAMINO MÁS CORTO A LA EQUIVOCACIÓN”.

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