Jueves, 25 Julio 2013 00:00

Infancia y Ancianidad

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Inicio esta reflexión partiendo de lo expuesto en mi breve pensamiento que encabeza este escrito.

Para poder a partir de este y de dos anécdotas de la vida real que narro a continuación, llegar a la propuesta de los encuentros entre la infancia y la ancianidad. La primera anécdota es la que vivió mi esposa hace algunos años, cuando nuestro primer nieto tenía unos cuatro años de edad. Eran los días cercanos a la Navidad y ella se encontraba con todas la cajas de adornos a su alrededor arreglando el árbol tradicional de estas fiestas. Nuestro nieto inquieto, revoloteaba a su alrededor, con los adornos en las manos queriendo participar en dichos arreglos, la abuela lo tranquilizaba indicándole que debe tener mucha paciencia, a lo que el replico que tenía muchas en sus manos.

Era la primera vez que escuchaba esa palabra y pensó que así se llamaban los adornos que tenía en las manos. Aquí el primer encuentro donde la abuela l tuvo que explicarle un concepto abstracto de lo que es tener paciencia, por cierto lo hizo con mucha paciencia, teniendo en cuenta además la importancia de la misma en la vida del nieto que iniciaba su andadura y la necesitaría a lo largo de la vida.

La segunda anécdota me correspondió vivirla con nuestra última nieta, así mismo en edad similar al de nuestro primer nieto. La encontré frente al “closet” con las puertas abiertas y la mirada recorriendo todo el contenido del mismo pero con una expresión de estar perdida. Le pregunte que buscaba, me respondió que no sabía, ya que su mama le pidió que le trajera un álbum, pero ella no sabía lo que era un álbum. Con la misma paciencia de la abuela le explique lo que eran los álbumes, entre ellos uno de fotos con los recuerdos de la familia. Este segundo gratificante encuentro me dejo marcado al igual que a mi esposa el primero.

Como es de conocimiento una de las instituciones en crisis, a nivel mundial, es la familia y esos encuentros entre la infancia y la ancianidad se siguen dando en algunas familias en la que los padres trabajan y los nietos quedan al cuidado del abuelo o la abuela. Estas excepciones confirman la regla donde los niños están en las guarderías y los abuelos en las residencias o asilos de ancianos. Es aquí donde propongo que en las ciudades o países del mundo donde sean factibles y viables se unifique bajo un mismo techo las guarderías de niños y las residencias o asilos de ancianos para generar los encuentros donde juntos aprendan las nuevas tecnologías de las tablets, computadoras etc. Donde los ancianos expliquen, comenten y atiendan las inquietudes de los niños como las narradas en las dos anécdotas que comparto con los lectores. Sería sumamente enriquecedor tanto para los niños como para los ancianos estos encuentros, se reducirían los costos de estas unidades de los servicios sociales, así como el personal y se daría un nuevo tratamiento a estos dos segmentos de nuestra sociedad donde los niños aprenden de los ancianos y viceversa. Imaginemos un coro de niños y ancianos cantando en cualquier festividad, realizando trabajos manuales, pinturas, y hasta bailando por que el baile de la vida se inicia para los niños y está por terminar para los ancianos pero ambos siguen bailando anqué a diferentes ritmos y con diferentes melodías. Considero que esta propuestas nos formaría con más valores, mas humanidad y tendríamos una sociedad más equilibrada y armónica.

Si algún lector conoce de alguna experiencia como la propuesta agradecería nos participe para compartir con todos los lectores y así mismo si esta idea y propuesta la adoptan y desarrollan en cualquier comunidad, ciudad o país del mundo que nos la comuniquen.

Al mundo le hacen falta más encuentros, más comprensión y más amor.

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