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Por: Joseph Garzozi Buchdid.-
"La soberbia es, sin duda, el mayor pecado del hombre actual. Antes, el hombre podía ser soberbio, pero no era estúpido. Ahora, el hombre tiene la soberbia de la ignorancia, la peor de todas. La ignorancia del hombre moderno es inaudita. Por eso es cara”.
“Soberbia es una discapacidad que puede afectar a los pobre infelices que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder”.
“La soberbia enceguece al hombre, empodera el ego y anula la humildad”.
“El principio de todo vicio es la soberbia”.
Las frases y pensamientos que encabezan esta reflexión nos permite resumir el entorno de lo que acontece en el mundo actual.
Por: Joseph Garzozi Buchdid.-
Nadie en nuestro planeta es ajeno al incremento de los desastres naturales en todos los países y continentes.
Su incremento, fuerza y frecuencia, es como un grito desesperado de la Tierra para decirnos ¡basta! Me están matando y con ello lo están haciendo con todos los seres vivos, para terminar suicidándose los humanos.
La Organización Mundial de la Salud, OMS, nos da las siguientes cifras: “2.100 millones de personas carecen de agua potable en el hogar y más del doble no disponen de saneamiento seguro.” Como resultado, 361.000 niños menores de 5 años mueren cada año a causa de la diarrea.
Los objetivos para mejorar y cambiar estas cifras en mejores resultados serán, según mi criterio, muy difíciles de lograr. Pues por un lado contaminamos más nuestras fuentes de agua con todos los desechos y químicos que generamos, y luego pretendemos purificar esas aguas contaminadas con mayores recursos económicos y menores resultados ante la creciente población. Es un círculo vicioso.
Con los gritos desesperados del planeta (desastres naturales) que no atendemos ni entendemos, la situación irá a peor. Ciudades destruidas y sus plantas potabilizadoras, sus centrales eléctricas, sus líneas de distribución en todos los campos, al igual que las de comunicación destruidas y afectadas, sumadas a los países afectados por conflictos armados, guerras, crisis económicas y sanitarias, proyectan un desalentador futuro.