A los viejos les espera la muerte a la puerta de su casa, a los jóvenes les espera al acecho.

Qué cerca sentimos a algunos que están muertos; y qué muertos nos parecen otros que aún viven.

La muerte no viene más que una vez, pero se deja sentir en todos los momentos de la vida.

Es en el momento de la muerte cuando uno comprende la nada de todas las cosas.

Es más fuerte, si es vieja la verde encina; más bello el sol parece cuando declina; y esto se infiere porque ama uno la vida cuando se muere.

Nada es más fácil que censurar a los muertos.

La vida de los muertos está en la memoria de los vivos.
Una muerte honrosa puede glorificar aun una vida innoble.

En el umbral de la muerte comienza la igualdad.

Si no conocemos todavía la vida, ¿cómo va a ser posible conocer la muerte?

Cada instante de la vida es un paso hacia la muerte.

El hombre teme la muerte porque ama la vida.

El hombre nace sin dientes, sin cabello y sin ilusiones, y muere lo mismo: sin dientes, sin cabello y sin ilusiones.

Se perdería el placer de vivir si se conociera el secreto de la muerte.

El sueño no es más que una muerte breve; y la muerte, un sueño más prolongado.

¡Terrible es la muerte! Pero ¡cuán apetecible es también la vida del otro mundo, a la que Dios nos llama!

Si quieres poder soportar la vida, debes estar dispuesto a aceptar la muerte.

El nacimiento y la muerte no son dos estados distintos, sino dos aspectos del mismo estado.

El hombre es como la espuma del mar, que flota sobre la superficie del agua y cuando sopla viento se desvanece como si no hubiera existido. Así arrebata la muerte nuestras vidas.

La muerte para los mozos es naufragio, y para los viejos, tomar puerto.

En última instancia, es nuestra concepción de la muerte la que decide nuestras respuestas a todas las preguntas que la vida nos hace.

Lo único que nos separa de la muerte es el tiempo.

Muchos tragos es la vida y un solo trago es la muerte.

La pálida muerte llama con el mismo pie a las chozas de los pobres que a los palacios de los reyes.

Lo malo de la inmortalidad es que hay que morir para alcanzarla.

El temer la muerte es hacerle demasiado honor a la vida.

Diferentes en la vida, los hombres son semejantes en la muerte.

La muerte no es un mal, puesto que libera al hombre de todos los males y junto con los bienes le quita los deseos.

Quien desea morir, la vida teme.

¡Lo terrible no es la llegada de la muerte, sino el adiós a la vida!

En esta vida es fácil morir. Construir la vida es mucho más difícil.

Morir no es otra cosa que cambiar de residencia.

Sólo se muere una vez, ¡pero por tan largo tiempo!

No temas morir. La muerte no es más que una parada.

El último día coloca a cada hombre en la misma situación que estaba antes de nacer.

Desde que se nace se comienza a morir.

Más de un hombre amanece con el día que no verá morir.

No se muere dos veces si no se escapa de la muerte una vez.

Cuando las vigas se rompen, se reconstruyen; cuando los hombres mueren, se los sustituye.

Mejor vida es morir que vivir muerto.

Poco vales si tu muerte es deseada por muchas personas.

Si la muerte fuera un bien. Los dioses no serían inmortales.

Aquel que tú lloras por muerto, no ha hecho más que precederte. Necesitamos la vida entera para aprender a vivir, y también –cosa sorprendente- para aprender a morir.

El hombre no tiene descanso hasta que descansa en Dios.

Las penas de la vida deben consolarnos de la muerte.

La muerte es una vieja historia y, sin embargo, siempre resulta nueva para alguien.

A los vivos se les debe respeto, a los muertos nada más que verdad.