Todos los seres humanos, animales y las plantas tienen sentimientos, por lo que cada uno de nosotros tenemos alma.
Tenemos que expresar nuestros sentimientos para alcanzar una mejor calidad de vida y no tenemos que reprimirlos o controlarlos por las normas de convivencia, religión o de cualquier tipo.
El excesivo control de los sentimientos nos afecta, nos enferma físicamente y mentalmente.
Podemos morir aunque estuviéramos vivos si dejáramos de tener sentimientos.