Alguna vez leí este pensamiento en el libro “De la Vida y del Corazón” de la singular escritora Silvia Watteau:
“Si no somos amadas, luego de haber hecho todo lo posible por hacernos amar, nos queda un último recurso, que es no hacer nada más”
Sin embargo, tratamos de entender el porqué de esta situación que a nuestros ojos resulta ilógica. Nos cuestionamos y buscamos desesperadamente las razones por las cuales aquel o aquella no han podido amarnos…. Como si en realidad existiera un motivo para amar a alguien o dejarlo de amar.
Nadie tiene más razones para amarnos que las que podría tener para no hacerlo. O sea…Ninguna. Pero cuando se trata de esgrimir argumentos por los cuales debían amarnos, encontramos montañas de ellos y ninguno por el cual no fuimos amadas.
Dicen que el amor tiene razones que la razón desconoce y que nos atrae tanto hasta llegar a imaginar que no podemos vivir sin él, solamente porque es lo más cercano a lo inexplicable, misterioso, mágico, intangible, poderoso e ingobernable, que el ser humano puede experimentar.
Por eso, nadie puede cerrarle la puerta cuando quiere llegar, ni retenerlo cuando quiere marcharse…Es inútil pues, defender las situaciones perdidas y los amores sin emociones ni ilusiones.
Hay que dejarlo marchar con una sonrisa, que el amor acecha siempre para el que tiene el corazón abierto. Nunca sabemos por qué resquicio se va, ni por cual rendija se cuela en nuestras vidas, como un rayo de luz.
Pero cuando no somos amadas, no nos queda sino un último recurso digno y heroico: ¡no hacer nada más!