Para comprender esto, aparentemente sencillo, utilizaremos como ejemplo los vasos comunicantes. Si llenamos uno de ellos con cualquier líquido, éste se distribuirá por igual y al mismo nivel en los restantes vasos. Ese es precisamente el proceso en la acción y resultante de lo individual a lo comunitario y planetario. Así tenemos que, si cada ciudadano es limpio y ordenado, las resultantes comunitarias en la ciudad y país serán la de unas ciudades y países limpios y ordenados y así un mundo mejor.
El lector se preguntará a qué viene todo esto, pues sencillamente a que el momento histórico que vive nuestro mundo demanda de todos y cada uno de los ciudadanos y habitantes del mismo, para que nuestros comportamientos nos conduzcan a la superación de la crisis en lo espiritual, en lo moral, en lo económico y en lo ambiental.
Si cada uno de nosotros realiza un esfuerzo de superación en los campos citados, la gran suma de ellos cambiará nuestros pueblos y ciudades, cambiando nuestros países y así cambiamos al mundo.
Necesitamos en lo espiritual, comunicar los valores universales dentro de cada nación y que éstos a su vez, por ese proceso de vasos comunicantes viertan su caudal y todos sus valores, con la misma fuerza, en los restantes para nivelarnos, igualarnos y enriquecernos unos a otros, fortaleciendo e incrementando la unidad, la paz y la justicia mundial. Ello permitirá superar las barreras historias, culturales, climatológicas, raciales, económicas y de toda índole, que de alguna manera nos separan.
Los vasos comunicantes deben funcionar en nuestro planeta. Para ello necesitamos además de nuestro esfuerzo individual y apertura mental, contar con el aporte de todos los medios de comunicación, prensa, radio, televisión, internet, porque ellos son y deben funcionar como las tuberías que comunican con fluidez entre sí a nuestros vasos comunicantes.
Efectuada la comunicación espiritual, vayamos a la moral.
Los valores imperecederos de honradez, capacidad, mutuo respeto, no pueden relegarse al último lugar y permitir que sus opuestos, tales como deshonestidad, codicia, corrupción, incapacidad e irrespeto sean los que fluyan por nuestros vasos, contaminando y destruyendo la esencia misma de nuestros países.
Rechacemos y sancionemos en nuestro medio, ya sea empresarial, familiar o individual, al deshonesto, al incapaz, al irrespetuoso, al corrupto, para que nuestra acción en cada vaso comunicante fluya a los demás, permitiéndonos recuperar en los mismos, los niveles saludables que nos permitan lograr mejores días para nuestro planeta.
Finalmente, nos queda lo económico: del control de nuestro gasto al control del gasto comunitario. De la responsabilidad y cuidado en el manejo financiero personal, eliminando lo superfluo, optimizando el uso de nuestros recursos; a lo colectivo de nuestras instituciones locales, nacionales y mundiales. De la conservación de nuestros bienes y patrimonios individuales, a la conservación idéntica de los colectivos. Del ahorro personal, para generar riqueza al colectivo.
En resumen, mantengamos una excelente forma de ser y actuar en lo individual, transmitiéndola a lo colectivo. Que ello además, implique un comportamiento igual en cada país. Que el líquido portador de valores positivos, actuaciones acertadas, actitudes correctas, acciones constructivas y solidarias por el efecto de los vasos comunicantes, se vierta y circule de lo individual a lo colectivo y de un país a otro, equilibrándonos, engrandeciéndonos, enriqueciéndonos, uniéndonos en beneficio de todos los que hacemos este pequeño pero gran planeta.
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