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Jueves, 18 Abril 2013 00:00

Las fronteras de la religión y la vida

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Así observaremos un mundo diferente que desde las zonas cálidas y del Ecuador geográfico se va enfriando en clima y expresiones religiosas hacia los polos pasando por las escalas diferentes de las aguas templadas del Mediterráneo, Caribe y mares Rojo, Índico y del inmenso Pacífico.

En el Medio Oriente, actual foco del conflicto, la religión y la vida constituyen un todo diario, expresado por los fieles en muchos actos y hechos como la oración reverente de cada atardecer, mirando a la Meca.  Esta vivencia al cruzar las aguas del Mediterráneo y desde Grecia a Portugal, especialmente en sus zonas meridionales, se manifiesta con actitudes similares aunque con menos frecuencia e intensidad.

El hecho religioso y las expresiones o actos de fe van desde las grandes procesiones y romerías hasta hacerse presente en el ritual del torero que antes de ingresar al ruedo eleva su oración o el de algunos deportistas especialmente futbolistas que hacen la señal de la cruz al ingresar al campo deportivo y al conquistar el gol.

Esta realidad es vivida con sus propios matices y expresiones en América Latina, África, la India, el Lejano Oriente, las islas del Pacífico y el Caribe en vuelta al mundo que siguiendo la línea equinoccial hacia el norte y el sur derrama hacia los polos expresiones y vivencias de diferentes cultos y en diferentes intensidades.

Para muchos, ciertos rituales religiosos lucen como de gentes primitivas y fanáticas por el solo hecho de mirarlos desde nuestra perspectiva.  Sin embargo nos molesta y asombra la crítica, de quienes al observar cómo algunos fieles al pasar por el templo, un cementerio y aun como en el caso de ciertos vendedores de la calle que al realizar una venta, hacen todos la señal de la cruz.

¿Cómo entender la actitud de contrabandistas y mafiosos que piden la ayuda divina para culminar con éxito sus ilícitos, y de aquellos que esperan el “milagro” de aprobar los exámenes sin estudiar, de obtener el puesto de trabajo o el ascenso sin merecerlo o de obtener cualquier otra opción u objeto?  Como se puede apreciar tampoco somos ajenos al hecho religioso en nuestras vidas, lo que pasa es que somos cómodos, solo pedimos, no damos, nuestra fe es de una vía, y lo que es peor, a más ciencia y tecnología, es más fría y a más dinero, sexo y poder es inexistente y retórica.

La enfermedad, el dolor y la muerte despierta nuestra conciencia y exteriorizan nuestra fe; pero la salud, la seguridad y el bienestar la ocultan, en conclusión, no somos auténticos y debemos respetar a quienes en cualquier lugar viven y expresan su fe sin temores ni favores.

Los nuevos dioses materialistas convencidos de poseer la verdad absoluta quiere imponer la religión mundial única donde todos debemos pensar igual, vestir, comer, beber, divertirnos y gustar de las mismas cosas, así será más fácil producir a escala mundial y de consumo los mismos artículos.

Nos dicen que la religión es el opio de pueblo, puede afirmarse esto cuando llevan al extremismo, fundamentalismo, coartan el libre albedrio y son cerrados. Pero quienes tienen como religión el materialismo, consumen el opio, la cocaína, la morfina, y las otras cosas finas, no solo matan sus cuerpos sino que destruyen sus almas, familias y naciones.

Es la hora de recapacitar y de analizar la escala de valores para que todos y cada uno encontremos el camino de la paz interior que es, en la suma de todos, la gran vía para la paz mundial.  Si Dios nos hizo diferentes, hombres y mujeres, blancos, amarillos, indios y negros.  Si nos dio diferentes climas y culturas, ¿por qué en el maravilloso avance de la comunicación mundial y la vida común de planeta, no aprendemos a respetarnos en nuestras diferencias, conociéndonos mejor?  Buscando lo que nos une más que lo que nos separa.

La madurez de la civilización planetaria moderna se concretará en el respeto a la libertad individual y a la de las colectividades, a la justicia social y al equilibrio mundial en todas las facetas: salud, educación, cultura, trabajo, igualdad de sexos, etc.

Estamos todos en la misma nave planetaria, la tierra, y las fronteras solo deben ser las que nos marcan nuestras creencias en busca de la felicidad individual y colectiva respetando la vida, la razón de nuestra existencia planetaria.

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